domingo, 10 de junio de 2012

Manotazos de ahogado

Los datos de la realidad son incontrastables y no hay opiniones que puedan cambiar los hechos.
Ni una cacerola ni los caceroleros que las tañen.
Los relatos catastróficos de La Nación, Clarín, TN, o Radio 10 son ficcionales.
Los cacerolazos surgieron como expresiones de asambleas barriales, movimientos de desocupados, fábricas recuperadas, ferias del trueque, y tuvieron su momento más álgido en 2001. En ese momento se vivía la tasa de desocupación más alta de la historia del país.
Desde el segundo mandato de Carlos Menem y durante el desgobierno de Fernando de la Rúa, se multiplicó el número de excluidos sociales.
El Grupo Clarín, Perfil y La Nación se dedican sin descanso a ser cada vez más opositores. ¿Y como surgen los caceroleros de teflón? ¿Es por la supuesta imposibilidad de adquirir dólares?
Lo que los caceroleros no sospechan es que están defendiendo un privilegio que fenece el próximo 7 de diciembre cuando se aplique en totalidad la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (Ley de medios, bah). La situación es provocar la mayor sensación de inestabilidad y de inseguridad posible hasta entonces. Quizás los que golpean cacerolas ni siquiera lo sepan pero la campaña de desestabilización ya está en marcha. Los medios hegemónicos -porque la oposición política ni siquiera tiene representación- la construyen minuto a minuto. Detrás, la derecha está agazapada.
Con la excusa del dólar, los medios ponen en marcha los recursos comunicacionales y llevan a unos pocos miles de las narices y los hacen saltar de bronca en la plaza haciéndoles creer que jamás podrán volver a ver un dólar.
En lugar de leer textos tendenciosos, lo mejor es recorrer un shopping cualquiera el sábado a la tarde y hacer un análisis interesante. O intentar tomar un helado, sin esperar al menos diez números en cualquiera de las zonas “caceroleras” de la Ciudad de Buenos Aires un viernes a la noche. O abrir cualquiera de los diarios de circulación nacional y ver en las publicidades qué supermercado o cadena de electrodomésticos da más facilidades para comprar en cuotas fijas, expresadas en pesos.
Es señal de una sociedad que marcha hacia la estabilidad.
Los caceroleros repitieron la frase “que se vayan”, ante la impotencia de no poder usar a la Fuerzas Armadas para otro Golpe de Estado.
Vale la pena preguntarse por qué no hubo cacerolazos en otros lugares de menor poder adquisitivo.
El reclamo para atesorar en dólares aparece como la causa principal que llevó a grupos de clase media y alta a manifestarse. Los especialistas consultados también afirman que lo que no toleran estas facciones es avanzar hacia una sociedad más igual.
En la Argentina aún queda mucho por resolver. La igualdad y la inclusión requieren de inteligencia y paciencia.
Tiempo hay. Y voluntad sobra. Los caceroleros y los ruralistas lo saben y, por eso, se empeñan en visibilizarse con manotazos de ahogado.
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